jueves, 6 de abril de 2017

Segun mi existencia escuchada en veintidos años que vivi con mis padres, como ellos eran viudos se encontraban en una situacion dificil. Mi papá tenia seis hijos, la mas chica quedo sin madre al nacer. Él para trabajar y bañarlo no tenia tiempo. Mi mamá era distinto, los tenia un poco mas grandes y tenian una quinta de herencia que cosechaban de todo. pero unos vecinos le hacian la vida imposible, le comian la mayoria de lo que sembraba con los animales y como si eso fuera poco le comian tambien la fruta. Los dos sabian lo que pasaba. Entonces se pusieron de acuerdo: él precisaba que le bañaran a los hijos y ella que la respetan. Asi fue que mi madre perdió una hija de tan solo ocho meses, se llamaba Utilia. Al año naci yo, corria el año mil novecientos treinta. Entonces como todos trabajaban, se vivía bien, no habia plata, pero el resto habia de todo.
Cuando yo era muy chico, el pueblo quedaba a tres kilometros, no tenia con quien jugar, entonces yo jugaba con lo que veia, agarraba una piedra, sacaba unas semillas de las plantes de robles y esos eran mis juegos. Decia que tenia animales y con la piedra haraba, no habia ropa que alcanze y que al jugar arrodillado, rompia todo.
Entonces, mi tio le dijo a mi padre que me llevara para la casa de él mientras habia clases porque eran muy amigos de la maestra, ella le dijo que no había problema, si viene el inspector, el sube por una escalera y yo lo mando a bajar por la otra. Asi hicieron, cuando pensaron llevarme, iba con mi mama hacia alla montado en un burrito, y una hermana iba caminando al lado vigilandome, pero se descuidaron, me tire abajo y empece a correr por esos campos, faltaba un mes para tener seis años, se volvieron locos para agarrarme, me acuerdo que me escondía porque no quería ir, al final me agarraron y me llevaron. Los fines de semana me visitaban o sino me traian a la quinta. No me costo la adaptación porque me estimaban mucho, lo malo era que no me acostumbraba a jugar con los chicos, hasta que me empezo a gustar.

La maestra me quería, era la novia de mi primo, me tenía con los chicos de primer año, cuando llego fin de año, yo leia mejor que algunos, me costo mucho dejarlos porque eran mis amigos. Al año siguiente fue distinto, otra vez conociendo caras nuevas, ellos eran de mi pueblo pero no los conocia. Habia un maestro, pero como era hombre no estaba autorizado para enseñar a las chicas, asi que eramos todos varones. El maestro se divertía conmigo porque yo juntaba las silabas y leía bien. Lo peor fue cuando comenzó a enseñar matematicas, me pegaba si no aprendia y cada vez sabia menos. Cuando habia Matematicas ya temblaba, pero ellos estaban autorizados por nuestros padres a pegarnos si un chico no aprendia o no se portaba bien. Luego habia otro sacrificio, despues de ocho horas de escuela tenia que caminar tres kilometros por el medio de los montes con tan solo siete años, solo y lleno de miedo por el acecho de los lobos, zorros y los perros malos de algun pastor que ellos retaban cada vez que me ladraban. Todos los dias de la quinta a la escuela, a las cinco de la tarde de nuevo a la casa siempre caminando solo. Cuando llegaba el invierno y se ponía la noche, nunca hacia los deberes. Al otro dia llegaba a la escuela y cobraba cada vez que tenia que pasar al pizarron porque no sabía que hacer. Asi y todo nunca perdí año ninguno.
Al año siguiente, el maestro se fue y llego una maestra. Yo no quería ir a la escuela, en ese entonces ya eramos chicos y chicas, me faltaba solo el ultimo grado. Tenía de compañero un chico que era muy inquieto, me molestaba siempre, siempre estabamos peleando, cobrabamos palizas continuamente, pero saliamos afuera y eramos amigos.
A mitad de año abandone la escuela, tuve que empezar a trabajar, escarpiar, regar y ayudar a mi hermano a cuidar de las ovejas y chivas, yo tenía diez años.
A los doce años, mi hermano se fue al servicio militar y quedé a cargo de cuidar doscientas ovejas y diecisiete chivas, pero como mis padres eran personas grandes y ya estaban cansados, empezaron a vender a los animales. Yo entonces ayudaba, pero siempre cuidando de algun animal que quedaba.
Cuando volvió mi hermano del servicio militar, yo pensaba que el trabajo se me iba a hacer mas facil, pero fue todo lo contrario, trabajabamos mas fuerte. La segunda guerra mundial había comenzado en Europa y estaba todo racionado. Recuerdo que los inspectores no dejaban lo suficiente de nuestra cosecha, todo se llevaban.
Nuestro padre iba temprano a hacer fila para comprar el pan, azucar, arroz, fideos, solamente un tanto por persona, esa tarea le llevaba perderse medio dia.
Cuando yo tenía catorce años. se caso mi hermano. Mi papá tenía casi sesenta y siete años, mi mamá cincuenta y siete, quedé solo sin hermanos en la casa y la guerra todavía seguía. Mi papá me decía las cosas que tenía que hacer durante el día y yo iba con toda la voluntad pensando que ya era un hombre, pero veía a los otros chicos cuidando algun animal y mientras yo tenia que arar, agarrar la sada para hacer quinta, algunas veces paraba y jugabamos un poco, pero enseguida dejaba por miedo que venga mi papá, entonces seguía trabajando.

Tenía quince años, terminó la tormentosa guerra, empezamos a ser libres, de lo que sembrabamos podiamos vivir mejor, pero mientras tanto no solo trabajaba para la casa, cuando aparecía alguna changa no me la perdía.
A los dieciseis años apareció un patrón que contrataba gente para pasar contrabando para España, me dijo veni que yo te pago en una noche y un dia mas de lo que ganas en una semana, como iba tanta gente, me empezó a gustar la idea, me animé y dije voy también.
La primera vez no se como pude regresar a casa, me fui derechito a la cama, sentía mucho frío y le decía a mi mamá que me ponga mas frazadas...ella decía que tenía como cinco, mirá como sería el cansancio.
Pasaron unos dias y pensaba que si los otros van, tambien tenia que ir yo porque se ganaba bien, pero también era algo muy riesgoso. Cuando llovía y me mojaba, se secaba la ropa en el cuerpo y seguiamos igual pasando ríos. Lo peor era en invierno, nos sacabamos la ropa para que no se moje y pasabamos desnudos, cuando llegabamos al otro lado nuestros dientes golpeaban los de arriba con los de abajo y no querían parar. Algunos dias hasta escarcha habia, solamente con caminar se volvía a la normalidad. Caminaba una noche y un día, por la noche con una carga de veinte kilos y en el día regresaba con nada y bien ligero. Cuando llegabamos a la frontera con España nos esperaba un español con un camion donde poniamos la carga, nos pagaba para que comieramos y el sueldo me lo pagaba el patron en Portugal. No dejaba de ser muy riesgoso el trabajo, los carabineros apuntaba y tiraban para nuestras piernas y si agarraban a alguno iba preso un año.

Sin volver a ver a la familia, a los dieciocho años, apareció otro patrón que me contrató por un año, ganaba un poco menos, pero tenía comida y lugar para dormir,. Con todo esto quizás ganaba un poco mas.
Pero llegó el momento en que tuve que dejar porque tenía que ir al servicio militar, me dio lastima por lo mucho que me querían y vivía tranquilo.
En ese entonces, mi hermano mayor, que se encontraba en la Argentina fue para Portugal con la intención de